Yellow Cat, de Adilkhan Yerzhanov, es una que venía directamente de la sección oficial de Venecia, y el director también se trata de un viejo conocido del festival. Esta es la extraña y particular nueva película de este cineasta de Kazajistán, quien ya participó en la sección oficial de San Sebastián en 2019 con A Dark, Dark Man, una cinta perturbadora, que se fue de vacío en el palmarés del año pasado. También sexto film The Gentle Indifference of the World tuvo su estreno en 2018 en Un Certain Regard, en Cannes.
En este caso, Yellow Cat (Kazajistán, Francia, 2020) plantea un universo singular, en clave de comedia negra y casi absurda. Una suerte de road movie de un cinéfilo hecha para cinéfilos. Referencias a películas – especialmente a El Samurai de Jean Pierre Melville- o a cuadros de autores consagrados que tejen, mediante un sentido del humor propio de Aki Kaurismäki, y mezclado con Bruno Dumont, momentos de violencia, y una belleza estética, que se traslada en forma de composiciones visuales preciosas, como cuadros vivientes de dos personajes perdidos en un viaje sin rumbo ni fin. Estamos ante una pieza que atraerá a algunos, y repelerá a otros, pero que, sin duda, tiene un universo cómico singular, algo realmente complicado de encontrar, y más en el mundo de los festivales de cine, donde el drama reina por encima de todo.